Lucas capítulo 15 registra una de las historias magistralmente contadas por Jesús.Es la historia de un padre que teniendo dos hijos, en la realidad vive solo. El menor le pide su herencia y demuestra con esto que el vínculo que una vez existiera entre ambos, ya no estaba allí. El mayor, nos revela al final de la historia un estado enfermizo de celos hacia su hermano y de resentimiento hacia su padre.
El menor se va a un país lejano y desperdicia todo hasta quedar completamente arruinado. Es entonces que la historia da un giro. Algo lo hace recapacitar y se dice:
“En casa, hasta los jornaleros tienen comida de sobra…Volveré a la casa de mi padre” Lucas 15:18 (NTV) Este es mi punto de enfoque hoy, había perdido su dignidad de hijo junto al último cinco que le habían dado, pero cuando tocó fondo una sola cosa lo levantó: sabía que tenía a donde regresar, tenía un padre cuyo corazón era una casa segura. Y eso lo hizo dejar la perdición de sus decisiones malas para comenzar un camino de regreso.
Cuando uno crece sin conocer lo que es un padre, termina recorriendo los caminos de la vida como un huérfano. Sientes que no perteneces a nada y a nadie. Siempre te preguntas: Será que a alguien le importa lo que me pasa? Será que realmente habrá alguien a quien le importo? Es la pregunta que nos hacemos al tomar la bicicleta la primera vez mientras volteamos a encontrar los ojos de papá. Es lo que tenemos en mente cuando sacamos una buena nota en el exámen de matemáticas y regresamos a casa esperando escuchar la felicitación. Si papá no estuvo, si hubo silencio o ausencia, nos mataron al porrista principal para enfrentar la vida.
La buena noticia es que sí tenemos Padre, uno que nos dice desde el cielo: “tu eres mi hijo amado, estoy muy complacido contigo” Lucas 3:22 (NTV) Esos fueron sus palabras para Jesús y son para quienes despiertan del sueño de la perdición y escuchan su voz llamando. El mundo y el enemigo te va a seguir diciendo: “Si en verdad fueras hijo” (así hablo el enemigo en la tentación en el desierto). Pero hoy puedes decidir creer lo que Dios te dice y vivir allí, en el regazo espiritual de Dios Padre. Decidí creer en el amor paternal de Dios hace unos años y vivo cada día en ese amor que me regresó la dignidad de un hijo.
Es tu decisión! Si has creído en Jesucristo, él te da el derecho de vivir como un hijo de Dios. Juan 1:12
No estás solo, Dios está contigo! No eres huérfano, tienes un Padre de amor! No estás perdido, tienes casa a donde regresar hoy! Vive como un hijo de Dios!
“Miren con cuanto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, y eso es lo que somos!” 1a. Juan 3:1
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